Newsletter 114 – 12.04.2021
La pera es la número uno en la exportación de frutas argentinas. En pocos lugares del mundo se obtiene una pera tan deliciosa como en el Valle del Río Negro. Pero no es una fruta para nada fácil de manejar y comercializar, por lo cual el sector se enfrenta continuamente a nuevos desafíos.
La número uno en Argentina
Cuando se inició la producción de frutas en el Valle del Río Negro, fueron las manzanas las más plantadas. Fueron también las primeras frutas exportadas y con las que tuvo éxito Argentina en el mundo. Pero en los últimos 20-30 años hubo un fuerte vuelco hacia la pera, al ser la fruta con la que podía competir mejor Argentina en el mundo.
En pocos lugares se obtiene una pera tan deliciosa como en el Valle del Rio Negro. La superficie de ella creció marcadamente, mientras que se retrajo la de las manzanas. A tal punto que actualmente la superficie y producción de peras, supera a la de manzanas. Según el último informe del Senasa hay 23.000 has plantadas con peras y 20.000 con manzanas. Similar situación se da para la producción comercial, de pera se obtiene anualmente unas 600.000 toneladas, mientras que de manzanas unas 540.000 toneladas. En caso de la exportación, ya hace mucho que la pera superó ampliamente a la de manzana.
La pera se mantiene hace más de una década como la estrella de la exportación argentina, aportando entre el 35-40% del volumen y valor de total de fruta fresca exportada. Se la envían más de 60 países. Dentro de estos se destaca como destinos tradicionales Brasil, Rusia, EE.UU.+Canadá y los países europeos como son Italia, Holanda y Alemania. En los últimos años creció fuertemente la exportación a Latinoamérica. A Brasil se sumó Perú, Méjico, Colombia, Paraguay y Bolivia.
La fruticultura no fue ajena a los vaivenes económicos que sufrió el país, pero independientemente de los mismos sigue siendo la principal actividad económica del Valle de Río Negro. Es una gran generadora de empleo, siendo dentro de las actividades agrícolas la que más personas emplea por superficie. Según un estudio de la Unión Industrial 1.000 hectáreas de frutas generan trabajo para 1.000 personas, mientras que los cereales y oleaginosas dan a 7; la ganadería extensiva a 1. Actualmente las manzanas y peras ocupan en el Valle del Río Negro unas 50.000 personas en forma directa. El número se duplica a triplica si se consideran a los indirectos.
Otro punto fundamental para ver su importancia es la generación de divisas. Es la principal fuente de divisas de las provincias de Río Negro y Neuquén. En caso de la provincia de Río Negro el sector aportó en el 2018 el 81% del valor de las exportaciones, de lo cual el 70% fueron peras frescas. En caso de la provincia de Neuquén el sector frutícola genera casi el 50% de las divisas.
En los primeros puestos del comercio mundial
De las 600.000 toneladas que se producen anualmente, se exporta la mayor parte. Hace unos 10 años se exportaban unas 400.000-500.000 tons, siendo Argentina el primer exportador mundial. Pero cambios en el mercado mundial, una reorientación hacia una exportación de calidad, aumento de los costos argentinos y cambio en la preferencia varietal llevaron a una retracción del comercio argentino. En los últimos años la exportación se ubicó entre las 300.000 a 350.000 toneladas. Argentina es actualmente el segundo exportador mundial. Por lo cual dentro de estas, Argentina continúa dominando plenamente al comercio mundial.
Originalmente el principal mercado fue el europeo. Pero en los últimos años se ha modificado la importancia de los destinos. Europa empezó a autoabastecerse, reduciendo sensiblemente los volúmenes importados de terceros países. En compensación crecieron los envíos a Norteamérica y Latinoamérica. Mientras tanto Rusia se mantuvo como segundo mercado, con volúmenes bastante constantes. Actualmente el 40-45% va a Latinoamérica, 25% a Rusia, 15-20% a EEUU y similar porcentaje a Europa.
Los desafíos de la pera
La pera es una fruta bien conocida gracias a su delicioso sabor, aroma y suave textura. Pero a pesar de sus excelentes cualidades culinarias y de ser parte de la cultura de los países del norte, se tuvo que enfrentar a varios desafíos de la fruticultura y del comercio moderno. Entre los problemas que surgieron fue su delicadeza (piel suave, no resistir golpes, rápida maduración), menor vida poscosecha, dificultad de cosecharla y comercializarla en su momento óptimo de madurez, susceptibilidad a ciertas plagas y enfermedades, etc. Esto dificultó su producción, traslado y comercialización. Frecuentemente las peras que llegaban a las góndolas no cumplían con las exigencias de los consumidores actuales. Ante estas dificultades los países productores de peras trabajaron fuertemente para mejorar la imagen. Gracias a nuevas tecnologías se logró mejorar la producción, manipulación y conservación. También se está trabajando fuertemente en el tema genético. Esto no es fácil dado que el desarrollo de nuevas variedades de peras lleva bastante tiempo. Pero ya se han lanzado varias nuevas variedades promisorias.
También los fruticultores en el Valle han trabajado fuertemente para ajustar la producción, cosecha y empaque, para conseguir una pera de óptima calidad y buen tamaño. El clima patagónico, con sus fuertes vientos no lo hace fácil. El rameado es un problema común. También las heladas tardías no están ausentes y provocaron más de una vez mermas marcadas. La cosecha se concentra en pocos días, restringido por la calidad interna, esta tiene que ser óptima para garantizar una adecuada conservación. Otro punto delicado es el transporte. Las distancias hacia los puertos o a los destinos terrestres, son más largas que en mayoría de los competidores (400 a más de 2.000 km).
Con respecto a las variedades, aún predominan plenamente las clásicas. En primer lugar la Williams (40%), aunque su participación se redujo en los últimos años, ante la caída de su demanda en ultramar. Le sigue la Packhams, D´Anjou, Abate, etc. Pero también se están probando las nuevas variedades patentadas. Las superficies son aún pequeñas, pero las empresas saben que ese es el camino para mantenerse en el futuro en los exigentes mercados del norte.
Otro punto en el cual el Valle muestra una de sus potencialidades, es la producción orgánica. En el Valle del Río Negro hay una superficie de 8.000 has de montes frutales orgánicos. De las cuales provienen las 45-50.000 toneladas de manzanas y peras orgánicas que se exportan, siendo Argentina una de los principales proveedores de estas frutas de contraestación. Los destinos de las peras y manzanas orgánicas son en primero lugar EEUU, seguido por Europa y Canadá. En los últimos dos años con el surgimiento del Covid la fruta orgánica ha adquirido especial importancia y su venta se incrementó fuertemente tanto en Europa, como en los EEUU.
Las mejoras que se realizaron en las peras, su adaptación a los nuevos desafíos del comercio mundial, tanto en tema calidad, conservación, variedad o vuelco al orgánico, están dando sus primeros resultados. La tendencia decreciente de las ventas se está frenando. Incluso en algunos países se observó un aumento de las mismas (Alemania). Por otro lado se vio un cambio en los consumidores. Ya no son las personas mayores los principales consumidores, sino que se observa una tendencia entre los jóvenes al mayor consumo de peras. En los EEUU incluso son los milennials quienes descubrieron esta fruta. Argentina seguirá apostando a esta fruta. Realizando todos los esfuerzos necesarios para llegar a los mercados con una pera de óptima calidad.