Newsletter 128 – 04.01.2022
Perú apareció en el mundo de la fruticultura hace apenas unos 15 años. Desde entonces tiene una evolución vertiginosa, alcanzando año tras año nuevos récords. Actualmente está dentro de los 10 primeros exportadores frutícolas del mundo. Es interesante analizar cuáles son los motivos que llevaron a este éxito, así como también los riesgos a los cuales se enfrenta.
La historia de la fruticultura en Perú es bastante increíble y se asemeja a un cuento. Perú fue un exportador de frutas casi insignificante y pasó en unos 20 años a ser una potencia mundial. De exportar frutas por un valor de U$D 540 millones en 2010 pasó a los U$S 3.800 millones en 2020. Logró ubicarse en los últimos años entre los 10 principales países exportadores de frutas del mundo. En el hemisferio sur, sigue siendo Chile el primer exportador, pero Perú se acerca cada vez más a los valores chilenos y ha superado a Sudáfrica y los otros países australes.
Las frutas más exitosas de Perú son el arándano, uva, palta y mandarina. Sus exportaciones se sextuplicaron durante la última década. También adquiere importancia el mango y banana, aunque sus avances fueron más moderados. Como frutas menores están la lima, tangelo, naranja, fresa, granada entre otros. El ranking según volumen es: uva, palta, mango, banana, mandarina y arándano. Si se tiene en cuenta el valor exportado, resalta en primer lugar el arándano. Se estima que este año su valor de exportación superará al de la uva y aún más a la palta.
Este éxito fue posible gracias a un cambio en el enfoque político-económico del país que se produjo bajo el gobierno del Ing. Fujimori (1990-2000). Entre otras medidas abrió la economía peruana al mundo, facilitó la inversión extranjera, realizó una reforma tributaria y privatizó empresas. La expansión de la fruticultura en la zona costera fue posible gracias enormes proyectos de inversión, a través de los cuales se trajo agua de los Andes a los valles costeros. Con el riego y las obras de infraestructura se liberaron extensas áreas para el cultivo de frutales. A este hecho se sumaron varios factores que favorecieron el desarrollo frutícola. Uno es el clima de la costa peruana, comparándose este con las condiciones que reinan en un invernáculo. El mismo es bastante uniforme durante todo el año. Hay poca variación de temperaturas y no se registran extremos. Es decir, no hay heladas, ni golpes de calor.
Por otro lado, prácticamente no llueve. Lo que sí se observa en algunas localidades, es humedad ambiental. Por otro lado, se dispone de suficiente mano de obra económica para las cosechas. Las últimas reformas han mejorado la situación del trabajador, pero a pesar de esto Perú sigue teniendo costos laborales inferiores a los de los competidores. La comparación del valor de la mano de obra resulta muy marcada si se compara con los países del hemisferio norte o algunos países australes. Por otro lado, se dispone de un empresariado joven, abierto a mejoras y activo. A su vez las empresas disponen en general de suficientes medios para hacer las inversiones necesarias, aunque estas sean onerosas. Su postura abierta al mundo facilitó la inserción de Perú en el comercio frutícola, lográndose rápidos avances. En poco tiempo se firmaron múltiples acuerdos comerciales y se abrieron numerosos mercados.
En los primeros años hubo que enfrentarse a muchos desafíos propios de las condiciones agroecológicas reinantes. La falta de frío se solucionó principalmente a través de las podas y la elección de las mejores variedades. También fue necesario ajustar al riego, así como los restantes cuidados. Hubo mucha prueba y error. Pero luego de un período de aprendizaje, no hay duda de que las frutas fueron los cultivos más exitosos de la costa peruana.
La mayor parte de sus exportaciones se dirigen a los EEUU y Europa. La importancia de cada uno varía según fruta. Mientras que, en los arándanos, las uvas y mandarinas hay una mayor participación de los EEUU; en la palta, el mango y la banana prevalece Europa. Estos dos destinos reciben entre el 80-90% de los envíos. Un porcentaje relativamente menor se dirige a Asia (10-15%). Como destinos secundarios está Europa del Este, Medio Oriente y Latinoamérica.
Es difícil predecir qué pasará en los próximos años. Obviamente la expansión de los cultivos va a traer nuevos desafíos, como es el aspecto sanitario, logístico, comercial y laboral. Otro punto a tener en cuenta es el creciente reclamo por parte de los consumidores de los mercados del norte hacia una producción más sustentable, amigables con el medio ambiente y con mejoras sociales. Hay un creciente interés en conocer estos aspectos en los diferentes países proveedores.
El cambio climático es otro desafío difícilmente predecible. Este afecta a la mayoría de los productores frutícolas de Sudamérica que dependen de la provisión de agua de la cordillera de los Andes. Los glaciares se reducen aceleradamente, las nevadas y lluvias escasean cada vez más. A través de cambios en la conducción de los cultivos, elección de especies con menores demandas de agua, perfeccionamiento del riego e implementación de nuevas tecnologías será posible enfrentar la creciente escasez de agua.
Pero lo más probable es que Perú seguirá afirmándose como proveedor de frutas del mundo, gracias a las ventajas que tiene, como es el clima, la mano de obra barata, la posibilidad de realizar inversiones y su política abierta al mundo.